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05 de diciembre de 2013
Palabras de la Presidenta de Poder Electoral en acto de apertura del Programa de Acompañamiento Internacional

La democracia moderna es una forma de gobernar que obliga, a quienes le servimos, a tener una actividad constante. Los cambios que ella vive le imprimen una velocidad sorprendente que, a otras generaciones, les parecería frenética y demandante en extremo. Pero lo cierto es que en este tiempo, cuando una democracia es verdadera y saludable, su dinamismo se evidencia permanentemente en la vida cotidiana de la sociedad. Elegir y poder ser elegido es un acto permanente de la sociedad democrática; de allí que mientras más frecuente sea esa dinámica y más personas sean parte directa de ella, esa democracia será más participativa y protagónica.

En nuestro país, hace más de una década, iniciamos el recorrido por una ruta de profundización democrática que se abrió camino en toda América Latina. El debate que hemos dado determinó un cambio irreversible sobre nuestra noción de la política, la democracia y el poder.

Si vemos ese fenómeno desde una perspectiva histórica, podríamos encontrar las claves para el análisis de una transición política de carácter mundial. En los años previos a este cambio, no pocos teóricos afirmaron que la democracia solo podía ser entendida de una manera, esa de la representación y concentración del poder por la vía excluyente de las élites, una vía que asume al poder y su búsqueda como la tarea única y reservada de los políticos, vistos como los profesionales de ese espacio público. Pero esa afirmación se ha encontrado con una realidad más diversa y compleja; mientras unos decretaban el fin de la historia, nuestros pueblos la llenaron de nuevos contenidos y dieron vida a una forma de convivencia política como la que hoy conocemos por su calificación de participativa y protagónica.

Estamos seguras que la nuestra no es una realidad exclusiva, los pueblos de mundo son cada vez más conscientes de su poder. Sus exigencias apuntan hacia un modelo democrático de alto rendimiento. Que sea capaz de permitir en paz, las múltiples expresiones de las sociedades híper informadas de hoy.

Es por ello que su presencia nos resulta tan enriquecedora, porque nos ubica en el plano de la solidaridad y, si se quiere, de la corresponsabilidad institucional. Estamos obligados y obligadas a intercambiar conocimiento, a buscar, entre realidades comparadas, herramientas para asistir a esta nueva forma democrática que no da tregua, ni aguarda ante ninguna burocracia.

Vivimos un capítulo de la política que tal vez sea uno de los más vertiginosos en la historia humana, y es cierto que los organismos electorales estamos obligados por el mandato constitucional y legal a garantizar derechos políticos, pero en un contexto social que ha convertido esos derechos humanos fundamentales en expresión de la vida cotidiana, la tarea cobra mayor dimensión. Las electoras y los electores de esta generación poseen una cualidad distinta a las anteriores. En primer lugar, y como consecuencia del crecimiento poblacional, son mucho más que antes. En segundo orden, y nos parece que aquí está una de las mayores diferencias con el pasado, los nuevos electores y nuevas electoras son una masa cada vez más educada políticamente, consciente de unos derechos que potencian como nunca la idea de la ciudadanía.

Es nuestro deber proveer las condiciones para que esos ciudadanos y esas ciudadanas puedan ejercer la política de forma libre y constante, sin riesgos de ser agredidos o sustraídos de su voluntad por medio de trampas; minimizando el grado de errores en la administración de unos sistemas electorales cada vez más exigidos y sometidos a prueba, como es el caso venezolano.

Promovimos la modernización de la plataforma electoral porque se trató de una necesidad nacional. Avanzábamos hacia un modelo democrático de consulta permanente que no podía funcionar sin un sistema electoral con grandes fortalezas.

Para darles una idea de la demanda, entre 1998 y 2013 hemos realizado 40 procesos electorales con un promedio de 2 eventos por año. Los procesos además tienen diversa naturaleza y distintos ámbitos de influencia territorial. Muchos de ellos son parte del modelo democrático tradicional porque implican la escogencia de representantes a cargos públicos, pero otros son de nuevo tipo, como los referendos consultivos, aprobatorios y revocatorios, que llevan consigo las complejidades técnicas propias de la novedad y niveles de beligerancia política típicas de nuestra cultura. En cada uno de esos eventos hemos salido fortalecidos, porque son, en sí mismos, procesos de aprendizaje. Hemos entendido, creado y mejorado porque hacemos, porque inventamos.

Ha sido un proceso que vincula la acción con el aprendizaje porque la participación y el protagonismo tomaron los espacios de la política para reinventar sus tiempos. Tenemos un modelo ávido de transformaciones con un promedio de convocatoria y organización de elecciones, que convierte a la planificación y la disciplina en la única opción de éxito, es un modelo en el que la automatización resulta una fórmula de adaptación política. La ingente inversión humana y material que hemos hecho para la automatización del voto no es un mero tecnicismo, se ha convertido en herramienta de paz.

Una elección municipal como la que nos convoca es, por cierto, una de las más exigentes para cualquier órgano comicial, pero en un país en donde se postulan 16.719 candidatos y candidatas, y se eligen 2.792 cargos, es fundamental equilibrar la eficiencia técnica del modelo con las garantías políticas que involucra la elección; por ello construimos la legitimidad de una elección a partir de la confianza en el sistema, una confianza validada científicamente.

Así es como la característica definitoria de la plataforma ha de ser su condición de auditable. Allí hemos hecho los mayores esfuerzos técnicos y políticos. La revisión detallada por las partes interesadas de cada sub conjunto del sistema es la clave para generar legitimidad. Cualquier ataque sobre la plataforma, si no tiene pruebas, queda en el espacio del discurso partidista. 

Es un hecho que las organizaciones, sus líderes y la llamada sociedad política han cambiado a la par del modelo, han debido adaptarse o fenecer ante una realidad irreversible. Hoy contamos con una generación de políticos que han formado todo un contingente de cuadros tecnológicos que participan en las auditorias al sistema electoral. Esto ha significado grandes aportes de los partidos para el perfeccionamiento de procesos, especialmente en lo concerniente a la seguridad de la plataforma.

Ante el evento del próximo domingo, podemos decir que esta metodología ha funcionado a la perfección. Las 17 auditorías al sistema han sido refrendadas por todas las partes en contienda electoral y ello le brinda al país la confianza de que su voluntad será respetada.

Nuestra seguridad es que con la participación de todos y todas, este proceso será exitoso y celebraremos otra victoria de la democracia.

Agradecemos su presencia, queridos amigos y amigas. Siéntanse bienvenidos y bienvenidas. Sean testigos de otra muestra de civismo y consciencia republicana del indoblegable pueblo de Bolívar.

Muchas gracias.